Imaginaros que después de todo lo que expliqué en la entrada anterior de "Despiertame despertador", llego al trabajo puntual como siempre o bueno como casi siempre. Está vez estrenando un gorro precioso regalo de cumpleaños, un poco grande quizás y que a medida que iba caminando me iba dificultando más la visión, el día era frio y lo agradecia, casi tanto como esa bufanda tras la que me camuflaba cual famosa caminado por un centro comercial...
El caso es que al llegar al trabajo que está en un edificio antigüo en el centro de la ciudad, llamo al ascensor todavía medio dormida, la oficina está en el tercero, pero debido a los achaques tipicos de la edad del elevador a veces se avería o hace cosas raras, como marcar el 6º cuando estás en realidad en el 3º.
Llega el ascensor, abro impaciente la puerta, siempre tiro antes de tiempo porque tienen que abrise las puertas de dentro y me molesta esa espera, el primer impacto de la luz con el espejo me desagrada asi que enseguida me doy la vuelta, marco 3º, pulso fuerte y durante unos segundos para que la maquina reciba la señal y se ponga en marcha..
Llego a mi destino, como siempre la puerta de la oficina está abierta, noté algo raro, creo que fué un jarrón en la entrada de metro y medio con unas flores secas espantosas, pero no le dí demasiada importancia, al entrar...pensé y está alfombra?..hasta que un ladrido de una mujer en bata me hizo despertar de golpe, el ascensor marcaba el 6º pero está vez era cierto, estaba realmente en el 6º!!!
La señora me increpó, el gorro demasiado moderno para una mujer de edad avanzada que todavía usa bata de guatiné pensó que era una vagabunda que entraba a robar!
Se puso nerviosa y yo intenté disculparme y explicarle lo que había sucedido, al final apareció un jovén cargado con unos libros que beso a la mujer,un poco mayor para ser su madre a modo de despedida y me dijo cuando me iba: ¡Esperame que bajo contigo! Como si aquello que acababa de suceder no le extrañase en absoluto.
Era surrealista aquella situación, una mujer histérica que casi me echa de su casa a escobazos y un joven apuesto y educado que me pide que lo espera para bajar...
Entro de nuevo en el ascensor,el típico silencio incómodo, lo poco que se podia ver de mi cara era la rojez de las mejillas por aquella vivencia cuanto menos extraña, me miró y me dedicó una sonrisa comprensiva y luego preguntó: ¿a que piso vas?
Al tercero, contesté yo.
Educadamente marcó el número 3 y al llegar me abrió la puerta, me despedí timidamenmte levantando la mano sin mirar atrás y el irónicamente me invito a que volviese mañana.
Me giré hacia el y bajando la bufanda para que puediese verme la cara le dediqué otra sonrisa está vez burlona.
Besos y abrazos.
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"...y un joven apuesto y educado que me pide que lo espere para bajar..."
ResponderEliminarme encanta la reacción. me resulta hasta familiar, fíjeses usted ;)